La
puesta en texto del ensayo: acerca de algunas figuras retóricas
Son
incontables las clasificaciones y descripciones de las figuras que la retórica
ha propuesto y enseñado a lo largo de sus veinticinco siglos de historia. Aquí
nos detendremos exclusivamente en algunas de las llamadas “figuras de
pensamiento” debido a su notoria recurrencia en la retórica del ensayo. Por
supuesto, esta elección no implica dejar de lado otras, como las figuras de
sentido que incluyen las distintas realizaciones de la metáfora y la metonimia,
o las figuras de construcción también utilizadas ampliamente en los géneros
ensayísticos.
Las
figuras de pensamiento
Se
llaman “figuras de pensamiento” las que expresan una idea o un juicio sin
recurrir a los procedimientos de sustitución o a las técnicas particulares que
conciernen el vocabulario o la sintaxis. De esto no debería deducirse a
contrario que las otras figuras no contienen
“pensamiento” […]
La
ironía y los procedimientos desconcertantes
La palabra “ironía”
proviene del griego eirôneia que
significa “interrogación”. El destinatario de un enunciado irónico debe, en
efecto, interrogarse sobre lo que han querido decirle ya que su sentido no
coincide con el que resulta de la situación en la que es proferido. [...] El efecto
de la ironía se sostiene sobre un mecanismo polifónico, es decir, de
coexistencia de voces heterogéneas en el seno de un mismo enunciado.
Efectivamente,
en los variados procedimientos que es posible agrupar bajo el rótulo de esta
figura, el enunciador simula hacerse cargo de una voz que contradice sus
propias posiciones, pero cuya interpretación resulta de la inversión del
significado manifiesto del discurso. Muchas figuras están emparentadas con la
ironía, aunque no son las únicas en producir este efecto desconcertante en el
auditorio.
Procedimientos
antifrásticos
La antífrasis
es el procedimiento general que consiste en decir lo contrario de lo
que se quiere expresar a fin de sorprender al auditorio. Analicemos la
siguiente descripción dela batalla entre los Abaros y los Búlgaros en el
capítulo 3 del Cándido de Voltaire:
“Nada
era tan bello, tan brillante, tan liviano, tan ordenado como los dos ejércitos.
Las trompetas, los pífanos, los oboes, los cañones, formaban una armonía tal
que nunca se llegaría a encontrar en el infierno.
Es, en efecto, el
contexto el que revela el horror y el absurdo de la guerra.
Algunas líneas más
adelante, Cándido llega a un pueblo devastado “que los Búlgaros habían quemado,
dice Voltaire, según las leyes del derecho público.”
El sarcasmo
es un discurso agresivo y de denuncia. El comienzo de esta tirada
del Ruy Blas de Víctor Hugo, es un buen ejemplo de este
procedimiento:
“¡Buen
provecho, caballeros! ¡Oh, ministros íntegros!
¡Consejeros
virtuosos! He aquí vuestra manera
De servir, servidores que saqueáis la casa!
Paradojas
Según
la definición tradicional, la paradoja no
es, en rigor, una figura. Se trata de una técnica argumentativa que consiste en
afirmar una proposición que contradice la opinión general (etimológicamente
“paradoja” significa lo que va contra el sentido común, la “doxa”). A nivel
superficial, el pensamiento paradójico se manifiesta a través de un contraste
cuya finalidad es producir un escándalo lógico a menudo a partir de la
asociación
de términos antitéticos:
“Es un analfabeto como todos los doctores.”
El
razonamiento paradójico puede adquirir matices agresivos en la antilogía: una
contradicción de términos en el seno mismo de un juicio predicativo. Un ejemplo
de este procedimiento se encuentra en una frase como “Lo
que es bueno hace mal” que puede significar “todo lo que suele
resultar agradable al paladar es generalmente poco saludable”. Otro ejemplo
familiar entre nosotros es el conocido proverbio “Lo
barato sale caro.”
El oxymoron
asocia paradójicamente dos términos contradictorios en una fórmula
generalmente sintética: "proletario mundano", "audaz
conformismo", "pasión deliberada" son algunos ejemplos de este
procedimiento. Angenot4 considera a la paradoja como una “figura
síntoma” del discurso panfletario. Esta conjunción de contrarios traduce el
malestar de pertenecer a un mundo al revés en el que los valores están
pervertidos, un
mundo
tan ilógico como inmoral. Tratar a alguien de “proletario mundano” o de
“anticonformista institucional” es una manera de subrayar ciertas
contradicciones profundas de la sociedad.
4 ANGENOT, Marc; La parole pamphlétaire.
Contribution à la typologie des discours modernes. Paris, Payot,1982.
Desde el punto de vista
argumentativo, los razonamientos paradójicos constituyen procedimientos de
desestabilización. Se fundan en la oposición a los valores, máximas y lugares
comunes dado que se trata, precisamente, de una negación de la norma. “Las
paradojas son monstruos de la verdad” dice Gracián, “las ideas paradójicas son
triunfos del ingenio y trofeos de la fineza” (Agudeza y arte de
ingenio, 1647).
Este tipo de
razonamiento puede clasificarse, entonces, entre los argumentos provocadores en
la medida en que se propone confrontar la opinión común. En el discurso
político a menudo es necesario movilizar la imaginación, crear una emoción para
suscitar las reacciones de una asamblea o de una multitud. La elocuencia revolucionaria
ofrece algunos bellos ejemplos de paradojas como éste:
“El
único enemigo peligroso de un pueblo es su gobierno, el vuestro os ha hecho la
guerra constantemente con impunidad .”
Saint-Just,
discurso del 10 de octubre de 1798
La
literatura occidental a menudo se complace en contradecir la sabiduría popular sin
duda en nombre de ideas elitistas y de un cierto sentido del humor. El
escritor, sobre todo desde el siglo XIX, contempla con desprecio las reglas y
valores sociales. Se margina o busca instituir, para unos pocos elegidos, una
anormalidad provocadora. La paradoja es una forma de expresión privilegiada de
este no-conformismo, de esta insolencia que parece autorizada a la vez que
divierte. Subvertir el pensamiento común es un juego tanto más atractivo cuando
conduce a verdades profundas. Es necesario reflexionar y hacer reflexionar a
través de la sonrisa a menudo maliciosa e irónica. Así, para Cioran, experto en
pensamiento paradójico, “si existe alguien que le debe todo a Bach, ése es
Dios” (Syllogismes de l’amertume, Paris, Gallimard,
1952).
¿Hasta dónde irá este juego? Más adelante da
una respuesta bastante pesimista: “Algunas
generaciones
más y la risa, reservada a los iniciados, será tan impracticable como el éxtasis”.
Pero la paradoja es
provocadora también en el campo científico, y este es quizás su papel más
importante en el pensamiento moderno. [...] Todo el pensamiento sociológico desde
Durkheim a Baudrillard se ha propuesto desarticular las ideas preconcebidas de manera
casi sistemática. Jean-Jacques Rousseau ya había señalado con gran precisión el
sentido del pensamiento crítico:
“Lectores
vulgares, perdónenme mis paradojas: es necesario hacerlas cuando se reflexiona;
y no importa lo que digan, prefiero ser un hombre de paradojas que un hombre de
prejuicios.”
Emilio, libro segundo
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