1.-
“Nuestro siglo es el de la aceleración tecnológica y científica, que se produjo y sigue produciéndose a un ritmo antes inconcebible. Fueron necesarios miles de años para pasar del barco a remo a la carabela, o de la energía eólica al motor de explosión: pero en unas pocas décadas se pasó del dirigible al avión, de la hélice al turborreactor y de ahí a la nave interplanetaria. En unas decenas de años, fuimos testigos del triunfo de las teorías revolucionarias de Einstein y de su cuestionamiento. El costo de esta aceleración de los descubrimientos es la hiperespecialización.
Estamos en vías de vivir la tragedia de los saberes separados: cuanto más los separamos, tanto más fácil es someter la ciencia a los cálculos del poder. Ese fenómeno está íntimamente ligado al hecho de haber sido en este siglo cuando los hombres pusieron en cuestión, de manera más directa, la supervivencia del planeta. Un excelente químico puede imaginar un excelente desodorante, pero no posee al mismo tiempo el saber que le permitiría darse cuenta de que su producto va a provocar un agujero en la capa de ozono”.
Fuente: Eco, Umberto. “Rápida utopía”. En Textos para pensar. Buenos Aires, Perfi l S.A., 1996. Fragmento
2.-
Animador: (volviendo al micrófono con aire profesional) -
¿Y? ¿cerramos o no la puerta? ¡Último aviso! ¡Que nadie se quede en la vereda!
Vean esta gente, por favor. Comprueben ustedes mismos los estragos del combate.
Eshaustos, doloridos..¿Cúanto hace que están bailando? Diez días, quince,
veinte…ya perdieron la cuenta. ¡Adelante, damas y caballeros, que esta puede
ser la noche definitiva! ¡La noche del triunfo!.¿ El premio? Lamento no poder
satisfacer tan legítima curiosidad, porque en este maratón, señores, el premio
es una sorpresa. ¡Sí, damas y caballeros, esta gente sabe por qué baila! ¡Es la
fé la que los mueve! ¡La fé los hace bailar! Señores ¿quién entiende a los
hombres? Yo no me atrevo…Están ahí, se agitan, se mueven, mueren bailando…