Alumnos: en esta nueva entrega de trabajos prácticos, entraremos a la Enunciación mediante una trama y tipología textual que ya conocen: la Argumentación.
Modalidad de trabajo: una entrega cada dos alumnos -parte de análisis textual - Redacción del punto 4, individual "dice, escribir un texto que resuma, no hacer un resumen con el texto"
DIFERENCIA ENTRE TEXTO Y DISCURSO *
Las palabras texto y discurso se usan a menudo como si fueran intercambiables, e incluso en algunas lenguas sólo existe uno de los términos. Sin embargo, existe bastante consenso en establecer una diferencia técnica entre estas dos entidades.
TEXTO es un conjunto de elementos lingüísticos organizados según reglas de construcción.
DISCURSO es la emisión concreta de un texto, por un enunciador determinado, en un contexto determinado.
Dicho de otro modo, a "nivel construccional" existen oraciones y textos que pueden funcionar a "nivel discursivo" como enunciados y discursos.
Algunas escuelas lingüísticas utilizan el término discurso con un valor bastante aproximado al de texto. Sus características: “unidad igual o superior a la oración, con un principio y un final, que constituye un mensaje” lo acercan lo suficiente para considerarlos sinónimos.
Para Van Dijk, T. (1977), “texto es un concepto abstracto que se manifiesta o realiza en discursos concretos”. Si bien es útil esta distinción terminológica, ya que caracteriza dos niveles de abstracción sin embargo, no se ha extendido.
Lo mismo ha sucedido con el término “enunciado” que caracteriza “todo producto del habla con sentido unitario”.
Son tan próximas las definiciones que los teóricos suelen usar estas expresiones indistintamente.
El término discurso no tiene un significado totalmente unívoco, pero nosotros adoptaremos la postura de las corrientes que sostienen que el discurso es el resultado de la suma de un texto o enunciado y su situación de enunciación o situación comunicativa. Es decir, un discurso es lenguaje puesto en acción, un texto que ha adoptado una modalidad en una situación comunicativa en particular.
Teum Van Dijk, a pesar de haber iniciado su vida académica en la lingüística y más particularmente en el área de la gramática, ha ido desarrollando durante su trayectoria académica la idea de que no podemos elucidar (aclarar) los misterios del discurso mediante su análisis puramente estructural. Más bien, con el tiempo ha ido explorando en los campos de la psicología y la sociología para poder encontrar una forma que dé cuenta del "discurso vivo", principalmente en el texto y el habla y así poder observar las mutuas influencias que ejercen entre sí el lenguaje y la sociedad.
El peso
específico de los libros, por Beatriz Sarlo
Millones de personas
viven en un mundo sin libros y no se trata sólo de los pobres. Varias veces me
sucedió, llegando a una casa de vacaciones que durante todo el año ocupaban sus
dueños, no encontrar el más mínimo estantecito para los libros que traía
conmigo. Ni un libro en toda la casa, ni siquiera de autoayuda, de cocina, de
magia negra, de espiritualismo trucho, de reparación de automóviles, ni el
reglamento de un deporte ni consejos para educar a los hijos o bajar de peso:
vacío absoluto de papeles impresos. Lo que más me impresionó fue una casa en un
suburbio norteamericano donde una pared estaba ocupada por el televisor, otra
media pared por anaqueles con álbumes de fotos familiares, y cero pulgadas con
estantes para apoyar los libros que yo necesitaba en mis clases y terminaron
apilados sobre el piso durante dos meses.
Un amigo arquitecto me
informa que, cuando contratan a un decorador, los muy ricos ya no incluyen
entre sus encargos una biblioteca, ni siquiera como adorno: la biblioteca, en
esas mansiones tipo Miami, ha dejado de formar parte de los muebles
indispensables, aunque más no sea para retocar una imagen, como sucedía en las
viejas anécdotas de nuevos ricos que encargaban sus libros por metro para
instalar un "rincón cultural", como quien instala un "rincón
rústico" en una cocina de country-club para evocar el campo, y cuelga de
las paredes ollas y sartenes de cobre.
Quienes tienen libros,
en cambio, experimentan una sensación extraña: el espacio que se les asigna
nunca responde bien a la cantidad de ejemplares. No importa cuántos libros ni
cuántos metros de estantes, siempre estarán en una relación desfavorable. Al
principio, hay pocos libros y los estantes se completan con adornitos o quedan
vacíos; cada libro adquirido es un paso más hacia un llenado ideal, pero los
libros llegan lentamente y si uno se pone a contarlos quizá concluya que, hasta
el momento, sólo tiene treinta novelas y cuatro libros de historia o de
política. Es la biblioteca del lector joven, que no la ha encontrado armada en
su casa sino que se la consigue como puede.
Un hombre que murió
dueño de 12.000 volúmenes debe de haber vivido ese vacío cuando empezaba su
biblioteca, ya que todos sus libros tenían escrita en la última página el
número de orden con que ingresaron a su propiedad. La caligrafía de los números
fue cambiando, la tinta empalideció, pero el hombre mantuvo la numeración hasta
el final. Fue mi profesor de literatura inglesa en la universidad y se llamaba
Jaime Rest. Yo ayudé a ordenar esa biblioteca antes de que fuera donada y tanto
como la inteligencia con que Rest la había armado (que era notable) me
impresionó la numeración: en más o menos cuarenta años había adquirido,
comprado, recibido, casi un libro por día. No era un hombre rico, por supuesto,
sino alguien interesado por la filosofía tanto como por las letras de las
canciones de los Beatles. En el departamento donde vivía, un cuarto estaba
ocupado por columnas de libros, que cubrían todo el piso; había que desplazarse
de costado para llegar hasta las que estaban más alejadas de la puerta,
cuidando de no voltear alguna pila. La imagen más obvia es la de un laberinto,
pero Rest sabía en qué columna estaba cada cosa, de modo que nunca tenía la
sensación de andar buscando el camino.
No era un
coleccionista de libros porque no podía permitirse el dispendio de las viejas
primeras ediciones ni de los libros raros; no tenía con los libros una relación
de bibliófilo ni una manía de coleccionista, sino que se adaptaban a las idas y
vueltas de una vida de intelectual: compraba los que creía necesitar, sin
perseguir ediciones difíciles. Sin embargo, como había empezado a comprar en
los años cuarenta, tenía libros que se habían vuelto fetiches de colección:
primeras ediciones de Borges, entre otros.
Después de algunos
años de comprar libros, probablemente un lector ya se haya resignado a que su
biblioteca esté formada tanto por errores como por aciertos. Los libros que se
han ido juntando, además, son un testimonio de los entusiasmos fugaces, que hoy
se pueden reconocer como ocurrencias y berretines insustanciales, de las modas,
de creer que la lista de best-sellers es un ordenamiento cualitativo, de
adjudicar a una opinión escrita más autoridad de la que merecía, de seguir un
consejo que convence sólo porque quien lo ofrece está entusiasmado.
¿Cómo se me ocurrió
comprar este libro? ¿Por qué debo conservarlo si lo que muestra es un malentendido?
¿Qué tengo que ver yo con esto que me gustó en el pasado y hoy me pone incómoda
precisamente porque me gustó? Cuando se la acumuló por años, una biblioteca es una
especie de corte geológico donde se ven las napas de caprichos desvanecidos,
tanto como los sedimentos que se han afirmado. Por eso, cuando alguien mira la
biblioteca de otro, de algún modo, está al borde de la indiscreción.
Tomado de https://www.clarin.com › Sociedad
Consignas
1. Explicar el título de este
texto. Qué valor simbólico o connotativo tiene la frase “peso específico” (El lenguaje
connotativo es aquel que se emplea en forma simbólica o figurada y no sólo
comunica información sino sensaciones y sentimientos).
2. Teniendo en cuenta que es un
“texto argumentativo o de opinión” identificar la secuencia argumentativa,
realizar un cuadro o esquema en el que se evidencien la hipótesis sostenida,
los argumentos, los contraargumentos (si los hubiere), la refutación de
los contraargumentos (si los hubiere) y la conclusión.
3. . Reconozca los recursos propios de esta tipología textual, además de las que se piden en el punto 2. (Puede tratarse de ejemplos, citas de autoridad, comparaciones, analogías, preguntas retóricas, enumeración de casos, entre otras que haya estudiado)
4.- Escriba un texto breve de no más de dos párrafos que resuma las ideas centrales del texto, quitando todo tipo de subjetividad.
5.- Con las palabras destacadas en negrita, arma un glosario y define cada una.
6.- En una situación de enunciación son válidas las huellas que deja el enunciador, como las referencias que se pueden inferir del mundo que se propone al enunciatario. Vale decir que, cuando contextualizamos lo que "se dice" en el discurso/texto; todas las marcas que el lenguaje "deja" sirven para "leer" la propia idiosincrasia, su esquema de valores, el manejo de su lenguaje, y hasta la pragmática de su macroacto de habla que están manifiestos en su mensaje, esto último apunta al efecto que quiere lograr con ese mensaje -como acción - en los enunciatarios.
A) Identifica los deícticos que aparecen en el texto de Sarlo y clasifica si son de enunciador o enunciatario
B) Reconoce los subjetivemas que se usaron y los modalizadores que también adquieren valor en esta categoría textual.
Fecha de entrega: 2 de Noviembre próximo
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