Alumnos: este otro trabajo que presento tiene un doble propósito, trabajar en una estrategia común, formativa como es el proceso narrativo e invitarlos a escribir. Hay lecturas para partir de un análisis de elementos que ya conocemos y que pertenecen a la Literatura como discurso. Esta parte la pueden compartir con sus compañeros y entregar un análisis cada 4 (cuatro) estudiantes.
El apartado que aparece destacado en "negrita", es de producción individual. Trabajen como se marca, con soportes y borradores, ajustados a las condiciones. Ayúdense con los aportes teóricos y de video que se suman a la explicación.
Nota: corrijan toda entrega que realicen, es necesario que despojen de faltas y fallas los escritos que envían.
Fecha de presentación: tarea grupal (3/06) Individual (9/06)
Primer Amor
Me enamoré por primera vez cuando tenía doce años. En medio de la clase
apareció una muchacha de pelo colorado y la maestra la presentó como la alumna
nueva. Estaba parada al lado del pizarrón y se llamaba (o se llama) Clara
Schultz. No recuerdo nada de las semanas siguientes, pero sé que nos habíamos
enamorado y que tratábamos de ocultarlo porque éramos chicos y sabíamos que
queríamos algo imposible.
Algunos recuerdos todavía me duelen. En la fila los otros nos miraban y
ella se ponía todavía más colorada y yo aprendí lo que era sufrir la
complicidad de los imbéciles. A la salida me peleaba en la canchita de Amenedo
con tipos de quinto y de sexto que la seguían para tirarle abrojos en el pelo,
porque ella lo llevaba suelto hasta la cintura. Una tarde volví a casa tan
golpeado que mi madre pensó que me había vuelto loco o que me había agarrado
una fiebre suicida. No podía decirle a nadie lo que sentía y parecía hosco y
humillado, como si siempre anduviera con sueño. Nos escribíamos cartas, pero
apenas sabíamos escribir. Me acuerdo de una sucesión inestable de éxtasis y de
desesperación; me acuerdo que ella era seria y apasionada y que nunca sonreía,
quizá porque conocía el futuro. No conservo ninguna fotografía, sólo su
recuerdo, pero en cada mujer que he querido estaba Clara.
Se fue como vino, imprevistamente, antes de fin de año. Una tarde hizo
algo heroico y quebró todas las reglas y entró corriendo en el prohibido patio
de los varones para venir a decirme que se la llevaban. Tengo la imagen de los
dos en medio de las baldosas coloradas y el círculo sarcástico de los otros que
nos miran. El padre era inspector municipal o gerente de banco y lo trasladaban
a Sierra de la Ventana. Recuerdo el horror que me produjo la imagen de una
sierra que también era una cárcel. Por eso había llegado con el año empezado y
por eso quizá me había amado. Fue tan grande el dolor, que logré recordar que
mi madre decía que si uno quería a una persona tenía que poner un espejo en la
almohada, porque si la veía reflejada en el sueño se casaba con ella. Y a la
noche, cuando en casa todos se habían dormido, yo caminaba descalzo hasta el
patio del fondo y descolgaba el espejo en el que se afeitaba mi padre todas las
mañanas. Era un espejo cuadrado, de marco de madera marrón, atado con una
cadenita al clavo de la pared. Dormía a ratos, tratando de verla reflejada al
soñar y a veces me imaginaba que la veía aparecer en el borde del espejo.
Muchos
años después, una noche, soñé que soñaba con ella en el espejo. La veía tal
cual era de chica, con el pelo colorado y los ojos serios. Yo era otro, pero
ella era la misma y venía hacia mí, como si fuera mi hija.
Fragmento de "La ciudad Ausente" (novela de Ricardo Piglia) 1982/1992
Vivir para contarla
Por aquellos días de buena
fortuna, me encontré por casualidad con Mercedes Barcha, la hija del boticario
de Sucre a la que le había propuesto matrimonio desde sus trece años. Y al
contrario de las otras veces, me aceptó por fin una invitación para bailar el
domingo siguiente en el hotel del Prado. Solo entonces supe que se había mudado
a Barranquilla con su familia por la situación política, cada vez más opresiva.
[…] Mercedes estudiaba entonces en Medellín y solo iba con la familia en las
vacaciones de Navidad. Siempre fue divertida y amable conmigo, pero tenía un
talento de ilusionista para escabullirse de preguntas y respuestas y no dejarse
concretar sobre nada. Tuve que aceptarlo como una estrategia más piadosa que la
indiferencia o el rechazo, y me conformaba con que me viera con su padre y sus
amigos en la cantina de enfrente. Si él no vislumbró mi interés en aquellas
vacaciones ansiosas, fue por ser el secreto mejor guardado en los primeros
veinte siglos de la cristiandad. En varias ocasiones se vanaglorió en [la
cantina] El Tercer Hombre de la frase que ella me había citado en Sucre en
nuestro primer baile: “Mi papá dice que todavía no ha nacido el príncipe que se
casará conmigo”. Tampoco supe si ella se lo creyó, pero se comportaba como si
lo creyera, hasta las vísperas de aquella Navidad en que aceptó que nos
encontráramos el domingo siguiente en el baile matinal del hotel del Prado. Soy
tan supersticioso que atribuí su resolución al peinado y el bigote de artista
que me había hecho el peluquero, y al vestido de lino crudo y la corbata de
seda comprados para la ocasión en un remate de turcos. Seguro de que iría con
su padre, como a todas partes, invité también a mi hermana Aída Rosa, que
pasaba sus vacaciones conmigo. Pero Mercedes se presentó sola en alma, y bailó
con una naturalidad y tanta ironía que cualquier propuesta seria iba a
parecerle ridícula. Aquel día se inauguró la temporada inolvidable de mi
compadre Pacho Galán, creador glorioso del merecumbé que se bailó durante años
y fue el origen de nuevos aires caribes todavía vivos. Ella bailaba muy bien la
música de moda, y aprovechaba su maestría para sortear con argucias mágicas las
propuestas con que la acosaba. Me parece que su táctica era hacerme creer que
no me tomaba en serio, pero con tanta habilidad que yo encontraba siempre el
modo de seguir adelante. A las doce en punto se asustó por la hora y me dejó
plantado en la mitad de la pieza, pero no quiso que la acompañara ni a la
puerta. A mi hermana le pareció tan extraño, que de algún modo se sintió
culpable, y todavía me pregunto si aquel mal ejemplo no tendría algo que ver
con su determinación repentina de ingresar en el convento de las salesianas de
Medellín. Mercedes y yo, desde aquel día, terminamos por inventarnos un código
personal con el cual nos entendíamos sin decirnos nada, y aun sin vernos.
Gabriel García Márquez, Vivir para contarla, Buenos Aires,
Sudamericana, 2002 (fragmento).
Leemos, analizamos y reescribimos textos narrativos
1. Resuman en una hoja aparte, con sus propias palabras, las
historias que se cuentan en los textos de Ricardo Piglia y Gabriel García
Márquez, y el conflicto que se plantea en cada caso.
a. ¿Quiénes son los personajes más importantes?
Caracterícenlos a partir de los datos que aparecen en cada texto y de lo que
puedan inferir a partir de sus acciones.
EL NARRADOR
En una narración se relatan ciertos hechos en los que participan
determinados personajes y las acciones que estos últimos realizan en un tiempo
y un lugar. La voz que cuenta la historia dentro del texto, que es un personaje
de ficción y nunca debe confundirse con el autor (persona de carne y hueso), se
denomina narrador.
2. Subrayen todos los indicios que les permitan identificar
quién cuenta la historia en cada caso.
• ¿Participa esta voz de los hechos? ¿Es uno de los
personajes que señalaron en la actividad anterior?
LOS TIPOS DE NARRADORES
Existen diferentes tipos de narradores, que se diferencian según la persona gramatical utilizada y el grado de conocimiento que tiene acerca de los demás personajes y sus acciones. Si la historia se narra en primera persona (por lo que utiliza palabras como yo, me, soy), el narrador puede ser el protagonista de la historia, como sucede en estos textos, pero también puede ser un testigo, que vio, oyó o le contaron los hechos que relata.
Si se narra en tercera persona (él, su, es) el narrador también puede ser testigo. En cambio, si se ubica fuera de la historia y sabe todo lo que hacen, piensan y sienten los personajes, se denomina omnisciente.
3. Determinen qué tipo de narrador tienen los textos leídos e indiquen las características de cada uno.
4. Reescriban aparte, el siguiente fragmento de “Primer
amor”. Cambien la primera persona gramatical por la tercera en todos los casos.
“Me enamoré por primera vez cuando tenía diez años. En medio de la
clase apareció una muchacha de pelo colorado y la maestra la presentó como la
alumna nueva. No recuerdo nada de las semanas siguientes, pero sé que nos
habíamos enamorado y que tratábamos de ocultarlo porque éramos chicos y
sabíamos que queríamos algo imposible. Algunos recuerdos todavía me duelen”.
• ¿Qué tipo de narrador tiene ahora el fragmento? Indiquen sus
características.
5. Numeren del 1 al 5 para ordenar
cronológicamente los siguientes hechos que menciona el texto de García Márquez.
Luego, resuelvan las consignas.
□ Invención del código entre el narrador y su hermana.
□ Encuentro casual con Mercedes Barcha.
□ Mudanza a Barranquilla de Mercedes y su familia.
□ Cita entre el narrador y Mercedes en el hotel del Prado.
□ Primera propuesta de matrimonio a Mercedes.
a. Subrayen las expresiones temporales que les hayan ayudado
a ordenar los hechos. ¿Qué tiempos verbales se utilizan para introducirlos?
b. ¿Pasó poco o mucho tiempo entre los hechos que cuenta el
narrador y el momento de la narración?
6. Comparen los finales de
ambas historias de amor y comenten ¿Cuál les gustó más? ¿Por qué?
a. ¿Qué elementos de los textos de García Márquez y de Piglia
son propios del género autobiográfico?
LA AUTOBIOGRAFÍA
La autobiografía puede definirse como una narración retrospectiva de
una vida o de parte de ella, escrita por la persona real que la ha vivido y que
pone el énfasis en sus experiencias y en la historia de su personalidad. La
identidad que existe en estos relatos entre autor, narrador y protagonista
suele manifestarse a partir de la aparición del nombre propio del autor en el
interior del relato y de elementos paratextuales que confirman que se trata de
una autobiografía. En este género literario, el autor debe comprometerse a presentar
con veracidad, los hechos de su vida.
Luego, resuelvan las consignas.
a. ¿Consideran que es posible que una persona recuerde toda
su vida con exactitud?
b. Lean los textos autobiográficos que se ofrecen a
continuación:
Un mosquito; sí, quizás este sea mi origen. De cualquier manera, estoy por completo seguro de que mi padre iba mucho más allá de la simple indicación cuando bajo la recova color gris del viejo Puente Alsina le dijo a mi madre que tenía un mosquito en el brazo. Él había llegado, años antes, desde un pueblo pequeño llamado Casbas, en la provincia de Buenos Aires, directo a trabajar en un ferrocarril pujante. Ella había venido de más al norte, de Gualeguaychú, un pueblo manso y feliz de la provincia de Entre Ríos, a trabajar como peluquera cerca del congreso.
Ese mosquito fue la excusa de un amor que parió a mi hermana María en el 67' en una casa chica, y a mí en el 72' en una más grande. Dicen que no fui llorón ni pedigüeño, sino más bien tranquilo y de aprender la vida con calma, que caminé a su debido tiempo y que largué el chupete cuando decidí que no me servía más. A los cinco años mi madre me llevó a la cocina bajo la mirada de mi hermana que sabía lo que pasaba. Se sentó en una silla y me indicó la de enfrente; puso sus dos armas sobre la mesa: un libro Upa de tapa roja un poco ajado y una chancleta -" O esto, o esto "- me dio a elegir. Y así aprendí a leer antes de tiempo.
Por aquel
entonces también había descubierto los amigos, la calle y los juegos
interminables que acababan cuando las luces de la calle se encendían a las
ocho.
La primaria
la cursé sin sobresaltos en una escuela cercana a mi casa de barrio. Empecé la
secundaria en 1986 en una escuela politizada de San Telmo, tres años después
de que fuera restablecida la democracia. Todo era muy nuevo para mí: Firmenich,
los militares, la JP y Franja Morada. Y no me gustó, no me adapté ni me sentí
seguro. Por eso odié la adolescencia. Pero como toda mala época, se borroneó
rápido en la memoria. Llegó la universidad y había que elegir la vida, la casa,
la esposa, el perro, el auto y las cuentas. Ni la facultad de Filosofía y Letras
ni los ruegos de mi madre para que no militara en alguna agrupación por miedo a
las represalias cuando volvieran los militares me ayudaron a forjar un sendero
a seguir. La fotografía, el inglés y los viajes se volvieron un refugio y una
búsqueda, y en una de esas búsquedas a bordo de un tren carguero con destino a
Socompa, en la frontera puneña de Argentina y Chile la conocí a Ana y a su
cabello enrulado, sus ojos vivos y su sonrisa abierta.
Y las cosas comenzaron a cambiar, y aunque las cosas nunca
dejan de cambiar, uno a veces lo nota, pero otras veces no. A mi padre lo
echaron de un ferrocarril decadente y privatizado el día de mi cumpleaños 27.
Mi madre dejó de ser peluquera, mi hermana se casó con un ingeniero y me dio un
sobrino, y Ana me hizo ver la vida de otra manera, me regaló el placer por la
fotografía, la traducción, los domingos a la mañana.
R.G
2003
*Lo que aparece subrayado,
es un indicio de temporalidad que repone datos de contexto en que vivió el autor
y que tienen la función de ubicar al lector, en una determinada situación
histórica –real – y que le otorga
verosimilitud al escrito que se narra.
___________________________________________________________________________________
Las imágenes que tengo de mi niñez
se me aparecen fragmentadas, semejan un video-clip en el que todo pasa muy
rápido. Recuerdo algunas anécdotas familiares, como la vez en que mis abuelos
paternos me llevaron a Grecia a los cuatro años; cuando volví ya no hablaba
castellano. Curioso, ¿no? Tengo la sensación de que mi vida ha estado
atravesada por la traducción. Porque siempre había alguien que no hablaba el
idioma y por lo tanto había que traducirle lo que se estaba diciendo y hasta lo
que estaba sucediendo. Supongo que habrá más, pero si tengo que bucear en mí,
diría que hay un par de cuestiones esenciales que me hacen ser quien soy, como el
concepto de amistad, el interés por mi país, la furia ante la injusticia, la
convicción de que no debo ni quiero acostumbrarme a ella. (…)
___________________________________________________________________________________
Nací en
Bahía Blanca, acaso en una mañana lluviosa y fría de mayo de 1966. Aunque la
leyenda no lo dice, me gusta imaginar que ese preciso día llovió y que, cuando
llegué al mundo, finos dedos de agua tamborileaban una sinfonía sobre los
vidrios nebulosos. No era muy bonita, pero como mis padres eran buenas
personas, en vez de esconderme en un altillo, me acompañaron siempre, me
llevaron a la biblioteca y me rodearon de libros. (Las reminiscencias borgeanas
son pura coincidencia). Ellos, mis padres, fueron, y siguen siendo, mi
perdición. Soy una mezcla impensada, un cóctel extraño. Mis padres, aunque
argentinos, provenían de inmigrantes italianos, españoles, dinamarqueses y franceses.
Mi madre, una mujer vital, alegre, ama los deportes y la vida al aire libre. Mi
padre, en cambio, es serio e intelectual, gusta de la lectura, del estudio y de
la vida en familia. A pesar de las diferencias, siguen juntos hace más de
treinta años. Y yo soy el resultado de esas naturalezas divergentes.
Creo que
tuve una niñez feliz. Los minutos de felicidad están muy presentes en mi mente,
aunque también debo haber vivido muchos segundos de tristeza. Mis abuelas eran
las guardianas de las memorias de mi infancia… (…)
___________________________________MM (2012)______________________________ ______
c. ¿Hay alguna
parte que les despierte dudas sobre su veracidad? ¿Por qué?
d. La autobiografía y el diario íntimo son géneros que
tienen características en común. ¿escribieron
alguna vez un diario íntimo? ¿Cómo lo organizaban y qué contaban?
e. Relean su diario íntimo; si
nunca escribieron uno, relean algún correo electrónico viejo que hayan escrito o
algún posteo en redes sociales que tenga al menos tres años. ¿Reconocen su
escritura y su forma de pensar? ¿Hay sentimientos o percepciones que hayan
cambiado?
EL DIARIO ÍNTIMO
La diferencia fundamental entre la autobiografía y el diario íntimo se
relaciona con la temporalidad. Mientras que en la autobiografía puede existir
un período de tiempo más o menos extenso entre la escritura y los sucesos
narrados, el diario íntimo se caracteriza por su inmediatez: se escribe muy
cerca de lo que se ha vivido.
Además, la autobiografía suele organizarse en capítulos, y el diario,
en entradas ordenadas por fecha.
a. ¿En cuál de los dos textos la narración es más lineal?
¿Cuál tiene más saltos temporales?
b. ¿Cuál de los narradores cuenta más su intimidad y
describe más sus emociones? Den ejemplos del texto.
Actividades de Escritura
A). Escriban una
entrada de diario íntimo. Registren lo que vivieron durante el día y anoten
algunos de sus pensamientos.
¿Qué impresiones se manifestaron?
• ¿Cómo se sintieron al escribir el diario íntimo? ¿Les
gustó? ¿Lo harían de nuevo?
B) Redacta tu propia autobiografía.
Pasos previos.
a) Los modelos te servirán de guía, en ellos
observarás que no toda historia de vida, comienza con el nacimiento. Algunos
escritores eligen la historia de sus padres para comenzar la narración o bien
una anécdota de la que se tenga memoria personal. También se puede recurrir a
la investigación de nuestros primeros años de vida, la vida de la familia en
retrospectiva, si buscamos información en la voz de nuestros abuelos, tíos,
primos o hermanos mayores; pues ellos tienen –seguramente - vivencias de nuestra infancia que nosotros no
recordamos.
b) Las fotografías también son un buen
material para recomponer la memoria de momentos importantes de nuestras vidas –
las fiestas de cumpleaños, los actos escolares, las celebraciones de fin de año
y hasta las vacaciones nos servirán de testimonio para reconstruir ese pasado.
c) Como verás en los ejemplos, el estilo es
personal, el tono de la escritura puede ser despreocupado, lleno de sensaciones
y sentimientos que dejen reconocer rasgos de nuestra personalidad. Nos
describiremos a nosotros mismos poniendo énfasis en alguna cualidad que hemos
ido construyendo con el tiempo, algunos gustos y preferencias que se hicieron
más acentuadas en alguna etapa de nuestro crecimiento.
d) El plan de escritura como los borradores de
la experiencia serán anexados a la transcripción final de la tarea que tendrá una
extensión de una carilla completa – como mínimo. Un total de cinco párrafos.
e) No olvides leer y corregir el escrito para
pulir errores ortográficos, evitar la repetición de términos y el uso de los
conectores temporales que hilarán el proceso narrativo. También debes conservar
la primera persona de la narración en todo momento.
f)
Cuando
finalices la tarea, coloca un buen título – algo subjetivo – que te identifique
ya desde el comienzo…
Les dejo una
dirección electrónica de un video de You Tube que también proporciona pasos
para la construcción de este tipo textual. Nota: no sigas “al pie de la letra”,
estas instrucciones, son sugerencias… Tú tienes la suficiente idea para crear
tu propia historia de vida, ¡dale “tu
propio toque de identidad”!!!!
https://youtu.be/yMbZrl7cwCI
Los tiempos verbales para narrar en
pasado
Al escribir
narraciones, tanto de hechos ficticios como reales, es necesario expresar con
claridad el orden en que se produjeron los hechos narrados. Es decir, qué
sucedió antes y qué sucedió después. Una de las herramientas fundamentales para
lograrlo es conocer los significados de los tiempos verbales y usarlos
correctamente, dado que de ellos depende en gran medida la coherencia temporal
de nuestro relato.
Los tres tiempos imprescindibles para narrar en pasado son: el pretérito perfecto simple, el pretérito imperfecto y el pretérito pluscuamperfecto del modo indicativo.
Nicolás
no estaba en su casa cuando pasó el cartero.
Las dos acciones transcurrieron en el pasado. Sin embargo, existe entre
ellas una diferencia. Mientras que en la primera (estaba) percibimos una
duración, la segunda (pasó) aparece como un hecho puntual, terminado. El
verbo estar, en este caso, está en pretérito imperfecto, tiempo que
sirve para expresar acciones pasadas en desarrollo. El verbo pasar,
en cambio, está en pretérito perfecto simple, tiempo que expresa las acciones
pasadas como concluidas.
Otros
usos importantes del pretérito imperfecto y del perfecto simple
·
El pretérito imperfecto sirve
para expresar acciones habituales, que se repiten regularmente en el pasado. En
cambio, cuando nos referimos a una acción única excepcional, emplearemos el
pretérito perfecto simple.
El año pasado, desayunaba todos los días a las 8 y tomaba el tren de las 8.30, que llegaba a Retiro a las 9. Pero el 3 de mayo tuvo un desperfecto y me retrasé.
·
El pretérito imperfecto suele emplearse
para descripciones y retratos.
El
libro era pequeño, tenía tapas rojas y contenía muchas ilustraciones.
El
nuevo profesor de música era muy delgado, tenía una nariz aguileña y cabello
castaño.
Uso del pretérito pluscuamperfecto
Ayer llovía mucho, pero salí sin paraguas. Mi hermana se
lo había llevado.
La acción que aparece en la segunda oración no pudo haber ocurrido al
mismo tiempo que las acciones de la primera, sino que ocurrió antes. Por eso,
el verbo llevar aparece en pretérito pluscuamperfecto. El
pretérito pluscuamperfecto sirve para expresar una acción pasada anterior a
otras acciones pasadas.
Cuando llegué al cine, la película ya había empezado hacía 15
minutos.
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